Primer escrito fraterno. Re lectura de versos para una amigo.




Hoy abro una serie de entradas llamadas "escritos fraternos"  en las que saludaré a los países que han tenido un alto número de visitas en este Blog. Hoy compartiré una revisión especial de un poema de Walt Whitman a su amigo asesinado llamado Abraham Lincoln. Rescatar este poema es relevar a ese Estados Unidos esencial, conectado con la sencillez  y muy humano. Re leeré algunos de sus versos y escribiré prosa junto a ellos.  


¡Oh Capitán, mi capitán! nuestro espantoso viaje ha terminado. La nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el anhelado premio.

Un amigo deposita en otro su lealtad. Un amigo cree y entrega su vida para compartir el mismo espacio. Marchan juntos; gran tripulación donde cada uno ejerce su papel lo mejor posible. Un pacto de circunstancias, sentires y convicciones. Barco seguro, refugio contra tempestades y peligrosas lluvias, vientos de un vaivén radical, riesgosa adversidad capaz de lograr el desarrollo de un escondido don. Son anclas y puertos, son tierras agrestes y turbias aguas. Son luchas e intermitentes seguridades. Cualquier cosa se puede esperar, jamás  las dudas. Estar suspendidos en el mar debe ser cuestión de firme voluntad y carácter; solo olas y cielo infinito, seres marinos de agua y sal. En un período desolado, una guarida segura de relaciones del género humanidad  y  por supuesto un capitán.

Más ¡ Ay ! ¡ Oh corazón! ¡ mi corazón!  ¡ mi corazón! ¿no ves las rojas gotas que caen lentamente, allí en el puente, donde mi capitán yace extendido, helado y muerto?

Nos acompañan siglos de desamparo. Un jefe, símil de norma y orden; un padre, capitán o presidente. Yo creo en esa gran figura de la vida, el complemento masculino que jala a ese mundo lejos de la primigenia seguridad materna. ¿Cuan  imperativa puede ser la  necesidad de contar con un héroe que muestre  el horizonte a explorar detrás de la ventana?. El que observa, guía y se enorgullece. Mostrar mis incertezas es riesgo, se muestra el padre herido que llevo dentro, el que buscamos y no vimos más que en nuestro íntimo anhelo. Somos huérfanos, sentirse importantes es deseo de aquellos que perseguimos al padre y lo encontramos en el ocaso, dejándonos su calor desde la distancia.

¡Oh capitán! ¡mi capitán! ¡ Levántate para escuchar las campanas, levántate! Es por ti que izan las banderas, es por ti que suenan los clarines.

Un norte supremo, una orientación hacia lo divino. Es tu premio; fuiste capaz de ello y más. Te idealizo, es Fe, creo en ti y no resisto verte sufrir. Puedes resucitar, banderas de nuestros colores son símbolo y promesa. Banderas flameantes de respeto y sacrificio son mi pertenencia sagrada. Clarines de expectación; sonidos deslumbrantes, anuncios reales, ejércitos seguidores, almas dispuestas de leales hermanos. No te dejaré, la fuerza de tu logro debes observar, ¡amigo luchador, te reconocen!. Nunca nos dejaste y no quiero que lo hagas ahora.

La nave, sana y salva, ha arrojado el ancla, su travesía ha concluido; la vencedora nave entra en el puerto de vuelta de su espantoso viaje.

Lograste conducirnos,  lograste traernos de vuelta con los nuestros. Trabajamos juntos; me entregué como la semilla a la tierra fértil. Un humilde marino participante de la organización de una común unión que nos permitirá crecer como altos árboles. El gigante acaba de dormir, superamos una guerra, decretamos un valor supremo, mantuvimos la unidad de un sueño. Un proyecto de trascendencia y el convencimiento que es su premio y poder. Ambos fuimos impulsados hacia el infinito, gloria es la bienaventurada ruta de los apasionados constructores del presente.

No comparto el fin del poema original. No es más que una de las pocas certezas de nuestro cosmos. Una separación inevitable y dos caminos diferenciados solo por el tiempo bendito de la finitud. Más lo fuerte que nos suena y el estremecimiento que nos provoca esa hora, no creo haber sido testigo de condición capaz de apagar los sentires provocados por un estrecho vínculo de amistad, esa que logra mantener el respeto y agradecimiento entre dos personas como la luz de una estrella recorriendo el infinito universo.

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