La maleta del señor caracol y los misterios que ella encierra. La daga desafiante.




A pesar del extraño sueño y el sentimiento de angustia dejado en mi, había logrado disfrutar el descanso nocturno. Una nueva rutina comenzaba; es verano, las vacaciones se encuentran en su máxima expresión. Yo no puedo quejarme, me fue bien en el año y entro al último curso antes de decidir sobre mis estudios superiores. Habrá tiempo para resolver, las grandes decisiones requieren dedicación. Por lo pronto, el presente me llama y frente a mi tengo esta maleta con un contenido fenomenal. Creo que los objetos tienen vida, hacen que la memoria sea guardada en partes como un rompecabezas. Descubro y me sorprendo con cada encuentro y hoy no es la excepción. Me doy cuenta que Eugenio sin duda era un hombre muy organizado, de esos que guardan recuerdos que con el tiempo se transforman en reliquias,  es el tiempo que hace de algo simple un tesoro. Levanto la cubierta y contemplo. Toco y trato de dejar cada cosa en su lugar, pero cuando vuelvo, inevitablemente no se por donde comenzar, es como si todo se interconectara de manera invisible. Por mi limitada percepción separo lo que encuentro de lo que me falta por descubrir. Reviso con mis manos, voy al fondo de este cuadrado mundo ¡Ay, mi dedo! me he pinchado con algo filoso. Envuelto en una tela roja, una daga, alrededor de treinta centímetros, una hoja en forma de diamante y una empuñadura de hueso y metal. Muy fina terminación y un grabado SUCHE TREU, SO FINDEST DU.

Eugenio, a pesar de sus aficiones que lo forjaron como una persona correcta, tuvo que pasar por dificultades que le causaron mas de algún sinsabor. Como buen hijo de su tiempo, hace cien años atrás, no existía un trato social  muy adecuado, especialmente si de resolver conflictos se trata. La época que vivió fue sobresaltada, la ley del más fuerte se imponía con armas en todos los niveles; todas las naciones buscaron sobresalir intentando convertirse en imperios. La tierra era el bien más preciado; tierra para explotar extrayendo ansiosamente su mineral y agua, bosques y todo en cuanto fuese necesario para el incremento de la riqueza del gobernante. La época de Eugenio fue de tensiones como en todas, sin embargo en la suya particularmente la violencia era la principal forma de terminarlas. A los 18 años de edad ya había oído el sonido de los tambores emitiendo el ritmo más terrible de todos, el de la guerra.

Con Eugenia se habían conocido de adolescentes y desde el primer momento soñaron con un gran futuro juntos, la vida en el continente del sur era la mejor opción para ambos. Seguir ideas que nacen de las intuiciones y levantar juntos una nación de amor donde los conflictos se resuelvan  bajo las banderas de la justicia y la armonía. Un país es una tierra por el cual pelear, "solo si el bien mayor lo justifica", reflexionaba Eugenio, recordaba sus clases y la sabiduría milenaria enseñada por la señorita Nominanda. Tenía la convicción de que el mundo necesitaba luchadores. No buscaba morir por un solo pedazo, sino más bien por la construcción de un futuro de amor y conciencia junto al amor de su vida. 

Las noticias de una nueva guerra, ya habían llegado. Increíble es olfatear el aire enrarecido de los momentos previos, todos en el pueblo se organizaban para aquel suceso. La pareja de jóvenes sabía muy claramente lo que significaba ello, el quiebre abrupto de sus sueños. La última guerra con la nación vecina dejo muertos e inválidos. Ambos tuvieron familiares que no llegaron del frente de batalla. Escapar se veía la única alternativa y debía ser pronto, quedaban pocos días antes que arribarán al valle los oficiales de su ejército inspeccionando todo y llevándose lo que más puedan en sus manos. El futuro se había convertido en un apurado presente.

El capitán Calixto era el responsable del pueblo del Valle escondido. Implacable y muy hábil, era un hombre joven, hijo de aristócratas, enlistado en el ejército y fiel convencido de que si su país ganaba batallas, su familia ganaría las guerras. Educado en un circulo reducido de grandes salones, institutrices y caza de zorros. No tenía mucha preocupación más que por el mismo, no sabía mucho de afectos puesto que matar era su vida. Los pobres y humildes están en el mundo porque "necesitan de una mano fuerte, todo tiene un orden establecidoel progreso es ley" y "el rey es nuestra cabeza, el sabe lo que es bueno para nosotros". Hombre corpulento, de labios delgados y grandes ojos. Una mirada penetrante que traspasaba cual bayoneta. A el no se le discutía, únicamente se le obedece a menos que quieras recibir junto a tus seres queridos, un castigo de latigazos que no cesaban con suplicas.

Eugenio era muy consciente de que la única manera de no tener problemas es obedeciendo ¿Qué pasaría si no lo hace? se veían muy seguido con Eugenia; su amor crecía junto a su única certeza, "el destino es para los dos". No querían guerra, nadie quiere pelear por los intereses de los poderosos. En la práctica, el desgarro de la gente sencilla del Pueblo era más que los beneficios que estas pudiesen traer. No podían esperar que llegara el capitán y los separara, tenían una semana para resolver sus asuntos, despedirse de sus seres queridos y escapar.  En la aflicción emergió un nombre, Reina es la tía del puerto del oeste. Le escribiré una carta para que me reciba, mi tía es una mujer cálida, ella nos ayudará ¡estoy seguro!

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