La maleta del señor caracol y sobre los misterios que ella encierra. El sueño

 

La tarde llegaba a su fin, el cielo anunciaba la noche con la primera estrella. Veo disminuida mi atención durante esta nueva ojeada al gran mundo frente a mis ojos ¿ que hare con él? después de un breve transcurrir llego a la muy biológica decisión, "seguiré mañana porque tengo sueño". Escudriñaré los rincones para seguir la pista a este viajero y su familia ¿Qué habrá pasado? Lo que más me intriga era el entierro de la maleta ¿habrá vivido en mi barrio?¿existirán familiares por aquí todavía? Creo que un universo cuenta con claroscuros insospechados y este pequeño, como tal, no es excepción a la regla. Sin duda que hay enigmas a la espera de ser develados por la luz de mi investigación, no me quedará nada por descubrir ¡lo prometo! 

Divagaba entre mis fantasías de arqueólogo- investigador, cuando reviso ropa de tela gruesa, humitas y un sombrero tipo hongo; todo muy bonito y bien mantenido. Me detuve en este atractivo accesorio, al cogerlo entre mis manos, escucho caer algo y me provoca un gran sobresalto. Tuve de pronto la sensación de que podía haber algo vivo allí, cuestión que me estremeció más de lo habitual. Mi estómago se recogió de golpe. 

Escondido dentro de aquel sombrero apareció un frasco de vidrio, una especie de ampolla con un corcho sellado con cera y dentro un líquido rojizo con algún grado de densidad. Lo observo con atención, lo alzo frente a la luz de la lámpara y concluyo ¡ es sangre! de inmediato repaso las singulares razones por las que podría alguien guardar sangre y que aquella se mantenga cien años oculta. El espanto se transformó entonces en intriga. Una nueva inquietud se instala en mis pensamientos. Creeré que es parte de un viejo ritual, puede ser que era responsabilidad del señor Eugenio guardar una especie de objeto para alguna ceremonia de aquella sociedad secreta, la del caracol verde. Quiero creer lo que la lógica manda, pues el sueño me vence y ahora que estos hilos tejen un entramado, necesitaré una libreta para hacer las elucubraciones pertinentes. Me sonrío con esta última idea y me preparo para dormir.

"...un hombre, un mago que tiene cicatrices grabadas en su rostro debido a su combativo transcurrir, siente miedo. Se encuentra enfermo y presiente su pronta muerte. Prepara una poción mágica que extiende su vida, la bebe y se da cuenta de sus efectos, sin embargo ya no es el.  Sufre  su cuerpo y su mente, a pesar de no hablar, cada célula de su cuerpo lo expresa. Vive tiempo prestado y lo sabe, la poción le alarga su vida. Aparece todas las noches una línea azul, es su cielo conocido que se extiende un poco más. Todos los días tiene que alcanzarla con demasiado esfuerzo para su naturaleza humana. Se sumerge en agua y viaja a un bosque queriendo encontrar paz. Siente que todos tenemos un momento y que no podemos obviarlo. Ya agotado en todas sus fuerzas, dio vuelta su rostro para observar el mío. Aquellos ojos gigantes de pupilas negras que hablaban por si mismas,  suplicaron que lo matara..."

El sueño fue muy extraño. De alguna manera es una señal de alto. Un mandato universal y explícito de la condición humana es prepararnos para el encuentro con la muerte. No se puede dar vida a quien no la quiere. De hacerlo se producirían espacios antinaturales de insospechadas consecuencias. Lo sentí como una señal de que Eugenio esta vivo y se comunica. La resucitación no era su fin, su idea era otra. Sus andanzas apuntaban a una meta oculta, sin embargo por alguna razón esa meta no se cumplió. Los sueños son canales de comunicación, las sensibilidades y el inconsciente logran captar señales. De alguna manera lo que descubro en la maleta emite códigos ocultos y ordenados. Lo mas profundo de mi mente los decodifica captando mensajes. 

Eugenio reconocía un afán por los temas de la metafísica. Había una intuición que lo transportaba hacia lugares insospechados. Era hijo de su época y a pesar de que la ciencia se empeñaba por comprenderlo todo, hubo cuestiones a las que no lograba llegar. La mente humana no puede entender la muerte y lo celestial, la ciencia jamás podrá comprobar las explicaciones que la sabiduría humana se ha dado para responderlas, y que están contenidas en una memoria colectiva muy arraigada en nuestro inconsciente. La época de carruajes, en la que ya se olfateaba el humo de motores de aquellas máquinas destinadas al transporte de personas, es una modernidad en la que todos participaron. Había mucha esperanza de que los descubrimientos contribuirían a una sociedad mejor. Era tal la Fe en la razón, que todas las naciones se empeñaron por el desarrollo de la ciencia y lo comprobable. En tanto lo que no se puede tocar, sino mas bien sentir y creer,  la tradición y las costumbres arraigadas en una comprensión directa de la naturaleza no tenían sentido, por lo que se desacreditaron. La charlatanería terminó de hacerlo, debido a esos múltiples testimonios de una incipiente fotografía, donde presentaban falsos espíritus moviendo mesas o apareciendo en cuartos oscuros preparados para saludarlos. Aún así hubo perseverancias, íntimas convicciones arraigadas en lo intuitivo, un saber que ordena la complejidad de lo que observamos y que fortalecen los caminos que toman las personas de acuerdo al particular llamado que cada ser humano siente en si mismo.


Si quieres seguir la historia, te dejo el link con los cuatro capítulos


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