Décimo sexto escrito fraterno " Las tres palabras más extrañas"

 

                                          Imagen de Jerzy Górecki en Pixabay 
        

Mensualmente realizo un saludo a los países que han tenido un alto número de visitas observadas en las estadísticas de la plataforma Blogger. En esta ocasión será Polonia y revisaré uno de los poemas de Wislawa Szymborska llamado "Las tres palabras más extrañas". En su revisión re descubro el poder de las palabras. Juego con sus sentidos, creo alternativas de mundo que refuerzan lo poético como espacio para pensar. Confío y me fortalezco. Me apropio y crezco. Re leeré sus versos y escribiré prosa y rima junto a ellos.

Cuando pronuncio la palabra futuro, la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Este poema es una oda a la dimensión donde las palabras son inútiles. Un lugar donde llegan tarde o se muestran incapaces. Confieso que leí el poema y me ha llamado la atención su oculta obviedad. Siento reflejado el recuerdo de mis deseos y los cotidianos esfuerzos para ser el dueño de las palabras precisas. Participar del mundo de las letras ha sido una apropiación paulatina. Una inacabada tarea es el escribir, para apreciar en frente, lo que de mi yo profundo ansiosamente emergía...Leo las palabras y todavía no llego a la esencia de la escritura... leo palabras y no logro profundizar en su historia y gráfica. Consideremos que han sido siglos de construcción para expresar un sonido que tuviera sentido en un determinado contexto...Oigo sonidos coherentes que son expresión de un mundo...veo palabras que conjugan universos... Leo una frase y se antepone un enunciado de 

"bienvenido al universo donde el tiempo se aparece fugazmente impactando la coherencia y significado antes de terminar de decir lo que en mi mente se había instalado"

El futuro casi no existe, no llega a terminarse puesto que el pasado lo alcanza y no lo deja. La palabra es la suma de sus sílabas. En un segundo, se nos va una vida y corremos el riesgo de ser obsoletos, fue la frase de entrada para incentivar el poder creador que tenemos como personas,  fue el ofrecimiento del chileno De la Parra a comienzos de este siglo.

Cuando pronuncio la palabra silencio, lo destruyo.

Cuando la palabra ocupa un espacio, el sonido se hace sentir. Todo lo que decimos impacta, el mundo es configurado por expresiones interconectadas  que se unen conformando lo que llamamos realidad. La palabra tiene fuerza y logra romper con las fortificaciones. Murallas y fortalezas ocupadas por la quietud fueron instaladas por el más gélido y feroz de todos los demonios. El que acompaña la desgracia, aquel que se nos adhiere antes de comenzar la batalla, el que contempla los miedos y las devastaciones. El silencio que con gusto destruiría; es aquel que acecha y mata, el que castiga y manipula, el que angustia y que se instala en el vacío existencial agobiando la espera, transformándola en una tortura. Con gusto me convertiría en su asesino siguiendo la formula de la Szymborska. En cambio ese otro silencio; el reconfortante de la meditación, el que solo escucha el aire, ese que borra pensamientos y que siente nuestra corporalidad; ese lo agradezco y frente a su belleza se me olvida toda palabra, porque definitivamente sobraría cualquiera. 

Cuando pronuncio la palabra Nada, creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

Crear es un verbo Sagrado. El verbo es una herramienta que replica una acción superior. Nos convierte en dioses porque seguimos el modelo primigenio. No olvidemos que una explosión creadora fue la responsable de lo que somos. Crear significa contar con todas las alternativas posibles. Decir nada es señalar el obligado punto de partida para cualquier posibilidad. Es grande porque allí se van a erigir las columnas de lo posible. Nada es un caos con sentido, tanto que es el punto de partida para preparar la obra. Toda nacimiento parte de la nada. Nada se pidió prestado al mundo de las matemáticas. Cero ya es existencia, intersección en un plano universal que divide el mundo de los opuestos, línea que separa universos paralelos. El cero es demasiado grande para ser un no- número. El conocimiento humano en cuanto nuestra creación, tendría que ser capaz de replicar las búsquedas y los encuentros. Pronunciar palabras es dar vida, aunque pretenda negar algo, comienzo de una base, eso que niego existe.

Se me apeteció jugar. Creo que es hora de un ejercicio poético con acento filosófico. Palabras, tiempo y existencia serán nuestros insumos. Las partes de un rompecabezas, los materiales de una construcción. Me he dejado llevar... considerémonos invitados por la poetiza  Szymborska

Las palabras crean tiempo

El tiempo verbaliza mi existencia

       En el tiempo resuena mi creación

El tiempo define  palabras 

El tiempo abre paso a las posibilidades 

El futuro no es lugar para emitir sonidos

En el presente palabrea mi vida


El tiempo testimonia de los ruidos de mi existencia


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