La isla fantasma de Podestá



Vista por primera vez en 1879 por el capitán, 
de maravilloso nombre, Pinocchio, 
en el océano Pacifico al oeste de Chile. 
Según constaba en el informe del capitán, 
con un perímetro de menos de 2 kms 
y se alzaba tan solo  12 m por encima del nivel del mar.

Malachy Tallack, Katie Scott
Islas desconocidas


Un barco maltrecho, a tres días de haber salido de tormentas y fríos polares de aquel largo canal de fogatas encendidas llamado tierra del Fuego, se encontraba navegando por la cara del gran continente americano que da hacia el Pacífico. Un largo y angosto Chile es rivera del extenso océano, casi un universo de agua salada, criaturas e islas exóticas. Un espacio para aventuras y fama ¿que otra motivación tienen los marinos, sino la de conquistar tierras y hacer de su nombre un equivalente de servicio a su nación? Un día fue divisada por su tripulación, una tierra color crepúsculo por los matices de azul marino que resultan de los rojos rayos del sol atrapados y que tienen como resultado una increíble gama de tonos naturales. Estaba allí para ser vista, no desembarcar hubiera resultado inconcebible. Era evidente la necesidad de descanso y abastecimiento que tenían producto del agotador viaje y del natural deseo humano de pisar tierra firme.

Al principio creí que era una ilusión, muy común creer ver cuestiones después de navegar en extensas travesías. La tripulación me avisó y reconocimos ahí, un espacio tranquilo, un descanso regalado por la divina providencia que en los mares es valorada sobre todo por el agua dulce. Las hierbas, los árboles y algunas aves, nos hacían pensar en que este era un lugar propicio para el descanso. Hicimos lo que la sana crítica dictaba, no obstante  hubo alguna resistencia en el desembarco, era extraña su ubicación y tamaño, pero eso no nos detuvo. Nadie tomó por tanto mayores precauciones, ni se escuchó los llamados a la calma de los mas antiguos marinos de mi tripulación. La travesía nos llena de ansias que nos nublan. No logramos percibir  mayores peligros en lo que la evidencia no muestra a simple vista. Yo, capitán Pinocchio no los consideré, tampoco me arrepentiré de mis deseos de lograr la gloria tomándola como una posesión en nombre de mi nación.  Al no ubicarla en mi carta de navegación, escribí en mi bitácora, sus coordenadas y su nombre. Isla salvadora, prometedora de un gran futuro, Podestá son los antiguos magistrados de las ciudades italianas. Podestá sería autoridad, ciudad de descanso, lugar para gobierno de mi nación italiana.

Desembarcamos y recorrimos aquel lugar. Contaba con todo cuanto se necesitaba. Estuvimos allí largas horas de descanso donde exploramos. Vimos una gran meseta, la cima más alta. Puse atención a las rocas, eran bastantes extrañas; investigué mas allá, la tierra era como cualquiera, no así las rocas, eran un tanto viscosas, se desprendía de allí un olor bastante especial. No lo había sentido antes. Desde lo alto vi nuestro barco, pero extrañamente se había movido de su lugar media milla ¿sería el potente viento marino? La intuición fue mi consejera en ese instante y busqué a mi contramaestre, el más viejo de los marinos que llevaba conmigo ¿que le parece este lugar? tranquilo,  me dijo, pero si quiere que le diga algo capitán, mis vísceras se mueven, se me retuercen como en los momentos antes de enfrentar a los piratas holandeses y del cual salimos por la Gracia de Dios escapando entre el roquerío. No fallaron al presentir peligro, tampoco en la hondura del caribe cuando sentimos que el barco era succionado por el mar. Frente a su respuesta, le ordené estar alerta. Nuestras intuiciones compartían aquella sensación de peligro. Había pasado un día y aún no se ocultaba el sol. Era mejor recargar pronto y seguir nuestro viaje.  Avisamos a los marinos que prepararan las provisiones para el pronto zarpe. La tripulación rezongó, estaban embobados, tenían todo preparado para quedarse, eran demasiados los estímulos, aves y peces atrapados como exquisitos frutos. Cuando me di cuenta, unos incluso habían encendido fuego para cocinar y levantar un campamento aquella noche.

En cuestión de segundos sucedió algo que nos dejaría atónitos ¡tiembla! gritaron mientras algunos se resguardaban agarrándose de los árboles para no caerse, todo fue muy rápido, del interior de la isla entonces se oyó un rugido ensordecedor. ¡Al barco, al barco! grité. Y cuando comenzamos a correr fue cuando sucedió lo increíble, la isla comenzó a hundirse. El ritmo de las olas se agitaba cada vez mas de prisa, nos hundíamos mientras el aturdimiento producto del movimiento telúrico y  los ruidos dejaron a algunos paralizados.  Llegamos al barco y nuestra ancla casi nos lleva al fondo del mar, más las maniobras que hicimos lograron soltarla de esta porción de tierra sonora y movediza.

Lo que vino después fue silencio. Nadie hablo del tema, nadie vio atrás, era  el más increíble temor  jamás sentido antes el que nos dejó sin memoria ¿quien en los tiempos actuales creería nuestras historia de mar? pasaríamos por locos, charlatanes que a veinte años de terminar el siglo XIX encontraron una  tierra flotante y movediza que estuvo a punto de tragarnos. No miramos atrás, solo buscamos volver. La decisión estaba tomada, cumplimos la misión en el continente y regresaríamos a Europa. Por mucho medité que hacer durante el transcurso del viaje. Llegaría al puerto e investigaría. Registraría mi hallazgo ante las autoridades ¿ es que no es una isla acaso?  Claro que si, pero no cualquiera sino que es el lomo de una gran bestia que utilizándola como estrategia de caza embauca a los humanos cual insectos para devorarlos. Casi pasamos a ser pequeños peces, una presa fácil para un  Aspidochelone como lo llamaban los antiguos griegos.

Podestá, maldito microcosmos de viajeros que fueron castigados por sus  ansias y poca prudencia, una tierra para los débiles que se dejan engañar. Isla navegante que deambula por los mares escabulléndose de los navíos a menos que tenga hambre. Dicen que no cualquiera puede verlas, dicen que circulan precavidas por rutas donde antes pasaron ballenas y tortugas milenarias. Es la historia de dantescas criaturas en constante circulación por el globo a través de las corrientes marinas. Engañan humanos a los que ve como insignificantes seres. Por los mares del sur fue vista y quizás otras cuantas en Japón donde se confunde con las islas que aparecen y desaparecen producto de los movimientos volcánicos sumergidos en el gran universo azul de agua salada, criaturas e islas exóticas .

Comentarios

  1. el mundo esta lleno de historias descubiertas y otras muchas mas por descubrir o construir

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