El tarot como ejercicio introspectivo para cerrar el 2019


Mas cerca de la intuición que de las certezas encontré el Tarot como una alternativa a la vivencia material concreta de racionalidad técnica, fraccionada, empírica centrada en hechos y comprobaciones. Estaremos de acuerdo que esta comprensión es necesaria y útil, pero también un tanto limitada cuando se reflexiona y se profundiza en lo humano, sus finalidades  y trascendencia. He planteado mi vida buscando ideales y sentimientos para contar con un amplio abanico de alternativas a este limitado repertorio humano.  Mi práctica a resultado un juego de símbolos para la persona, reconociendo en ella lo que podría necesitar y estaría buscando. Introspección y espejo de las mil posibilidades que siempre tenemos y que muchas veces negamos o rechazamos.  Analizo mi año de acuerdo a los tiempos del calendario occidental. Un tradicional recuento frente a los arquetipos de esta particular fenomenología de la condición humana.

Mi año 2019  estuvo dado por la torre, la carta los de cambios paulatinos. Necesidades internas que buscan salir, resultados de un proceso en que la profundidad personal cobra más importancia que la exterioridad. Las estructuras sirven, no cabe duda que su importancia es crucial para entender quiénes somos. Ladrillo a ladrillo, esfuerzo y dedicación que llegado un momento, se cuestionan y flexibilizan paulatinamente hasta darnos cuenta de un interior que demanda  fluidez cual agua de una represa. Un desborde de energía seminal cobraría importancia protagónica para los desafíos que enfrentamos. Son cambios personales en relación con el conjunto; se aprecian dos personas que saltan de alegría o salen disparadas por la explosión en la cima. La torre se llama casa de Dios en el Tarot de Marsella, cuestión que tiene sentido cuando reflexionamos sobre la práctica de erigir construcciones que apuntan al Cielo. Toda fortificación es un cuerpo y como tal, tienen carácter sagrado.

Creo que después de visualizar la energía fluyendo en búsqueda de espacios para emerger, se hace necesario tomar opción. Elegir lo que nos hace bien, los enamorados hablan de lo que instintivamente hemos descubierto como necesario. Son las motivaciones a veces flechas que punzan nuestro cuerpo marcando los hitos y decisiones que ya no se pueden postergar más. En la carta existe otra opción que permanece inmóvil, ha cambiado de interés o definitivamente se conecta con su propia individualidad no cediendo mas de lo que se ha permitido hasta ahora. Soltar es necesario,  salir de ahí un mandato. Decidir es la única alternativa probable, pero ¿es el silencio o la pasividad también opciones? ¿como resultarían nuestras futuros si solamente decidimos  no actuar? 

El presente y sus vaivenes esta dado por el carro una especial carta que manda a tener el control de la situaciones y no dejarse vencer por la adversidades. A integrar estas dicotomías humanas, de sentimiento- razón, femenino-masculino, pasivo- activo en una gran cualidad personal. Son metas concretas, son resultados acotados; el día a día se construye e invita a no proyectar lo suficiente, más si esto no es relevante para la lucha diaria. Vivir el carro es vivir éxito desde el control que buscamos y por el cual aseguramos un bajo riesgo a nuestras empresas. La energía se torna pragmática respondiendo a la funcionalidad del momento.

Las circunstancias nos llevan a cambios radicales de mano a la carta sin nombre. Esta nos recuerda los fines de ciclo y re comienzos de nuevos escenarios. Es la necesidad de limpiar una tierra después de un proceso de plantación y cosecha. Es la apropiación de la fuerza para cumplir la misión que no es otra que continuar; mutar de roles y replantear proyecciones. Las cabezas de hombre y mujer son parte de lo que se corta.  Es destrucción y cambio, es dejar rigideces y conectarnos con esa tan relevante ganas de romper con todo.  Es una carta de transformación para la trascendencia en la que llegamos preparados con los aprendizajes anteriores. Enfrentarnos a lo nuevo, un temor muy humano que debo asumirlo; aunque sólo he sufrido en las previas; cuando ha llegado el momento me lanzo sin pensar volver atrás. A esta carta hay que reconocerla y apropiarse de ella, sentirla como propia en  nuestra  intimidad, es madre que nos respalda, pero también una hija que nos sigue. Personalmente  he sentido con ella una amistad, me ha invitado a re descubrirme y no sentir miedo, a ser valiente y asumir mis etapas. En un campo lleno de experiencias importantes, no todas sirven para enfrentar situaciones, porque solo algunas me aseguran una buena siembra. Cortar se ha transformado en urgencia y mi fuerza estará centrada en ello. 

Después del momento intenso dejado atrás; sus lágrimas y sudores, resentimientos y rabias dan lugar al descanso. La noche se vuelve nuestra habitación para recostarnos a descansar. Es ahí cuando la luna, madre y maestra de la siembra, nos pregunta por nuestra fecundidad, nos invita a la creatividad como requisito necesario para crecer. Un nacer bendecido; yo,  nosotros, una idea, nuestro proyecto. Una misión brota acogida por la luna como su resguardo. Esta carta es un misterio para los estudiosos del tarot, es bienestar, pero también peligro. Es sensibilidad que nos vuelve lábil, vulnerables a los vaivenes de una demandante vida.  La eterna noche es sinónimo de sufrimiento, sin día es un encierro.  Es maternidad, es inconsciente, son nuestros temores ocultos bajo el agua. Es animalidad, es aullido, son dos, es un nosotros, son niveles concretos, es superioridad, es humedad condición de nacimiento, pero también es acecho, amenaza, son ciclos de la vida. Carta proclive a la creación de lo sensible y sus escenarios, conexión con hermanos, todos hijos e hijas de los resplandores  y la oscuridad.

Jamas habrá certezas de lo que vendrá en el próximo 2020 ni más allá de él. No podemos adivinar;  quizás dilucidar en conjunto, proyectar situaciones, visualizar en miras a  la constante reconstrucción de nuestro ser en estrecho vínculo con nuestro exterior. 

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