Gràcies Andorra


Fotografía propia , Casa de la Vall, enero 2017.

Querido amigo

Te saludo nuevamente. Deseo que todo marche bien en nuestra tierra y con su gentío. Te compartiré  desde el recuerdo de una visita hecha durante enero de este año. Anteriormente te advertía de mis intenciones poéticas. Pues, salieron y adornaron este escrito sencillo y cercano como es la carta. Confieso sentirme cómodo abriendo este espacio de "íntimo" encuentro, el cual terminaré cada vez con una reflexión para nuestro Chile humano de cualidades y defectos. Chile que definitivamente ha sido un buen compañero de cada nueva experiencia, pues  no ha dejado de estar conmigo.  


Octubre 2017

Andorra es un rincón misterioso. Un paso entre las montañas, una parada necesaria. País de terrazas, niveles para la observación  desde sus laderas escalares. Siempre arriba, mudo testigo de los destinos mediterráneos.

Se muestra sólido como la piedra de su primigenia construcción y expansivo como el musgo que brotó de allí siguiendo el calor del sol.

Debo señalar que en Europa la diversidad es la dueña de todos los espacios.  El país es un microcosmos lingüístico coexistiendo sistemas educativos de Francia y España más el suyo propio. Tiene como idioma oficial el catalán, que se autofortalece por su legado en diversas áreas de la cultura y también como identidad de resistencia frente a una amenazante hegemonía escondida en la globalización.

Lo primero que se pregunta un extranjero, ¿como esta tierra se posiciona frente a sus vecinos?. Un entramado histórico hizo nacer y desarrollarse un país "acuerdo de nobles" que velarían por un futuro protegido para los habitantes de aquella nación. Un trato que se actualizaría  perdurando durante los siglos. Son dos príncipes que mantienen un Estado compartido; un obispo de la comuna fronteriza del sur catalán- español y el monarca francés que desde la revolución francesa sería el presidente. En la práctica un Jefe de gobierno, ministros y parlamento andorranos ejercen soberanía.

Un río baja  paralelo a la ruta  que sube. Los puntos cardinales se conectan en un tráfico que no para, Andorra de invierno estacional, nieve que acompaña la vida social.

Hoy Andorra la Vella, es en parte un gran centro bancario y comercial, el cual convoca multitud  debido a sus ventajas tributarias.  Desde la piedra inicial fue incorporando  armónicamente una arquitectura  ataviada con muestras de arte contemporáneo. Centros turísticos y pisos elevados; sus ciudades observan desde arriba el intercambio de bienes y cultura.

Fui testigo de una aventura. Un grupo de regreso al sur, entre ellos, un  menor de edad, que  camuflado viajaba entre sus compañeros, disponiéndose a afrontar un sistema especial de tránsito y control fronterizo. Al pedir documentos le faltaba la autorización de los padres, por lo que un paternal funcionario de bus lo regaña sorprendido por su irresponsabilidad.

Gente reservada preparada para recibir, cordialidad interesada con el turismo convivir.

Andorra refleja frontera, el límite que todos nos sentimos capaces de traspasar. La  altura es vista como un desafío enfrentable con prudencia en la historia y sus mitos. Yo fui por un momento carnero, los lindes me invitaron a querer mirar lo que seguía, lo que el sol escondía detrás de esos gigantes monstruos de tierra que abrazan aquella ciudad.

Desde la cima, el sol  y sus posiciones en todo su esplendor, que dan luz y sombra a los variados macizos. Se observa el paraje convertido en un gran reloj celestial que anuncia los tiempos de acuerdo a las horas canónicas originarias en el medievo.

Refugios de altura son las ermitas, espacios de Dios deseables; las cimas se transforman en pequeños castillos conquistables.

Una reflexión, si me permites,   en torno a la historia, sus momentos y lugares de batalla que  enfrentaron a las fuerzas que conformaron las  estructuras nacionales de cada país. Las identidades se definen y se organizan; están sujetas a su propia norma o son forzadas  a participar de un Estado. Los que creemos en  ellas  ¿debemos asumir que llegamos tarde a la lucha?. Creo que conocer naciones tan diversas y particulares como Andorra me invita a  conectarme con historias de  convivencia e identidades colectivas  que construyeron un espacio que respondiera a las necesidades de su  propio territorio desde un marco de autodeterminación necesaria.

Respecto a América, el proceso de independencia se extendió y se multiplicó desde las oligarquías y los centros de poder extranjeros  por sobre las identidades ubicadas en cercanía con la tierra que ocupaban. Desde esa óptica,  ¿que pasa cuando varias  identidades  están obligadas a asumirse dentro un Estado?¿es posible una relación de armonía? ¿como la sociedad se orienta a ello?.

En un Chile multicultural de raíz originaria, somos distintos colectivos y esa distinción es la que nos construye como parte de un proyecto mayor de país. Es un lucha por coexistencia  que no saldrá desde nuestra capital administrativa y  económica, sino desde un Wall mapu que al igual que cualquier ser viviente, nació para luchar por las mejores condiciones para su propio desarrollo.

Salud y buen vivir .                            

Paulo Vill








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